Formar psicólogos competentes, comprometidos y congruentes con su labor, sensibles, éticos y críticos de las condiciones de la sociedad, a través de un modelo educativo que propicie el desarrollo de competencias para la generación de conocimientos y del ejercicio responsable de su profesión de manera que se conviertan en agentes de la transformación de su entorno en las distintas áreas de intervención de la psicología.