Las metas y el triunfo de una comunidad en IVEDL son posibles
Con una maleta en mano, un sueño profesional definido y con la bendición de sus padres, Índigo Carrillo Torres, joven de 25 años de edad y originario de la comunidad wixárika de Santa Catarina, perteneciente al municipio de Mezquitic en la región Norte del estado, hace poco más de cinco años se mudó a vivir a la ciudad de Guadalajara.
Su objetivo siempre estuvo claro, estudiar Psicología. No recuerda con exactitud cómo es que llegó al Instituto Vocacional Enrique Díaz León, sin embargo no fue obra de la casualidad, fue una decisión que él mismo gestó en su mente quizás desde la adolescencia cuando leyó el libro El hombre en busca del sentido, texto que años más tarde leería durante su formación profesional en las aulas de IVEDL.
En los últimos cuatro años estudió en el turno vespertino de su ahora alma mater; al principio no fue nada fácil, por un lado el duelo que sufrió al dejar a su comunidad, a su familia, a sus raíces, para empezar un panorama con mayores ambiciones así como sus metas profesionales, y, por otro, la gratitud hacia sus padres, quienes pese a sus limitaciones lo apoyaron solventando sus gastos escolares.
Índigo es el segundo de cuatro hermanos, pero es el primer profesionista en ambas familias paterna y materna; fue ahí en el entorno familiar donde aprendió y tuvo su mejor formación, la educación que se le inculcó y el valor a su cultura. Para Índigo portar el traje de gala de los wixárikas significa representar a su comunidad, poner en alto su cultura y darle a conocer al mundo que no hay imposibles, que las metas y los sueños son posibles.
En el día más importante de su vida, como él mismo lo menciona su graduación, estuvo acompañado de sus papás, hermanos, sobrinos, amigos y familiares. Quizás las adversidades no le permitieron a toda la familia estar presente; sin embargo, portando de manera orgullosa su traje de gala, también conocido como piel wixárika, Índigo le dio voz y presencia a toda su comunidad, a sus raíces ancestrales, a su lengua materna, a la danza, a las plantas y a los animales simbólicos, como el peyote y el venado.
Aun en un entorno globalizado con una tecnología y digitalización que crecen a pasos agigantados, las raíces y la herencia de los ancestros prevalecen para hacer la perfecta unión entre arraigo y profesionalización, la cual se vive y se siente en IVEDL, su alma mater, donde se enseña el buen camino a la juventud.